El término musa nace con la pintura y escultura, son muchos
los grandes artistas de todas las épocas que han realizado sus mayores
creaciones inspirados por personas que aumentaban su creatividad solo con su
presencia, pero no hablaremos más de pintura, escultura o cine (Woody Allen es
el realizador que más enfatizó la figura de la musa con su ex esposa Mía
Farrow).
En el proceso evolutivo de todo fotógrafo se suceden miles
de modelos, desde los conocidos que posan cuando te acabas de comprar la cámara
hasta las modelos de agencia que contratas para publicidad o te ceden para
editoriales de revista, con una amplísima escala intermedia.
En cualquier nivel en el que nos encontremos somos
conscientes de la importancia que tiene el modelo dentro de la sesión de fotos,
con su comportamiento, posado y belleza puede hacer que obtengamos la mejor
sesión hasta el momento de nuestra carrera o arruinarnos el día.
Generalmente el nivel de modelos con el que trabajamos
suele ser constante, comportamiento mejor o peor, pero en belleza y calidad de
posado suele haber una línea común para casi todos.
Lo interesante surge cuando tenemos un pico al alza en esa
estadística, cuando nos encontramos con un modelo que aumenta (a nuestros ojos)
el nivel de belleza pero también el de comportamiento y posado.
Es un flechazo profesional en toda regla, desde ese momento
nuestra creatividad se dispara, no solo se nos ocurren mil ideas de encuadres y
esquemas de iluminación para esa sesión, si no que brotan sin parar ideas y
conceptos para realizar en el futuro, a ser posible con ese modelo.
Es inevitable que esto suceda, lo que tratamos en el
artículo es si dejarnos llevar por el “flechazo” es positivo o no. Intentemos
ser objetivos y pensemos en lo que nos aporta una musa y lo que nos perjudica.
Por un lado hacer sesiones con un modelo que no solo posa
mejor y aporta más belleza que los demás nos produce mejores fotos de las que
ya teníamos (ya os hablaba en artículos anteriores del blog de la importancia
de aportar belleza porque los espectadores y clientes te juzgan mucho por la
belleza que desprenden tus trabajos) si no que tenemos que valorar el brote de
creatividad y lo que nos crecemos cuando tenemos que trabajar con un modelo que
nos excita el cerebro (ojo que sólo os excite eso, si no deberíamos llamarlo de otra forma, no musa…).
Las sesiones que realizarais en conjunto tendrían mucho
nivel, y os esforzaríais mucho en tener los mejores maquillajes, peinados y
estilismos, aparte conocerías lo mejor del modelo en cuanto a gestos, miradas
por la cantidad de sesiones en común, por lo que estarías tocando techo en
cuanto a ese momento de tu trayectoria.
Pero todo no son rosas, también hay espinas: puede que esa
belleza o calidad de posado sea sólo percibido por ti, de modo que puede no
estar dándonos tantos frutos la relación profesional.
Por otro lado tenemos la invasión de la web por parte de
fotos del mismo modelo, eso no es tan positivo como estáis pensando, que Mario
Testino haya fotografiado a Kate Moss tantas veces no supone más que una
excepción aparte de no suponer esas sesiones ni el uno por mil del trabajo del
peruano.
Estamos obviando por ser un artículo para fotógrafos la
parte negativa que supone para la modelo, ya que por muy variado que sea
nuestra forma de iluminar o retocar, nuestro estilo está muy plasmado en cada
sesión y un modelo necesita muchísima variedad en su book.
Si observáis la web de cualquier gran fotógrafo veréis la
cantidad tan variada de modelos en cuanto a rasgos, personalidades,
procedencias, y aunque veáis el caso de Testino o el de Mario Sierra con
Eugenia Silva y Laura Sánchez o el de Jaume de LaIguana con Elsa Pataki, no
supone más que una confirmación de que todos acabamos teniendo musas en varios
momentos de nuestra carrera.
Mi opinión personal es que busquéis sin cesar caras nuevas, que den variedad a vuestro portfolio y que vayan ampliando vuestra creatividad al ritmo adecuado, sin saltos. Cuando te guste mucho un modelo, fotografíalo con cabeza, una o dos sesiones al año como mucho. Pero esa es sólo mi opinión.
Mi opinión personal es que busquéis sin cesar caras nuevas, que den variedad a vuestro portfolio y que vayan ampliando vuestra creatividad al ritmo adecuado, sin saltos. Cuando te guste mucho un modelo, fotografíalo con cabeza, una o dos sesiones al año como mucho. Pero esa es sólo mi opinión.
Termino con una definición ¿Cuándo un modelo es musa? Siempre que hagamos más de 5 sesiones con un mismo modelo
siendo nosotros los que decidimos quién posa para dichas sesiones, estaremos
hablando de musa, así que contad, contad las que tenéis o las que tengo yo en mi
web…